Traductor

lunes, 5 de mayo de 2008

La pobreza en las escuelas

Debido a los escasos comercios existentes dentro o cerca de estos barrios, hay pocas oportunidades de empleo. Alrededor de algunas de estas escuelas el desempleo familiar llega al 85%. La recolección de materiales para reciclado es una de las pocas actividades económicas visibles y a menudo depende del uso de la mano de obra infantil.
Las escuelas tienen una apariencia desoladora, parecen más prisiones fortificadas que escuelas a causa de las rejas en ventanas y puertas. Algunas tienen problemas eléctricos y de plomería, tales como cableado deficiente o roturas en los caños cloacales. Casi todas necesitan pintura. El personal de las escuelas generalmente depende de los padres que ayudan a realizar la reparaciones. A veces hay un solo baño funcionando en edificios con 700 chicos y 25 docentes. Las escuelas funcionan sin ninguna clase de recursos para la enseñanza—no se dispone de mapas, ni gráficos, ni láminas, ni computadoras, ni libros, ni otros recursos especiales para enseñar Ciencias, Matemáticas, Informática o Historia. No se observan laboratorios de de ciencias ni bibliotecas, ni tampoco materiales de lectura del aula.
Algunos trabajan medio turno ganando sólo $70 por mes. Otros, conocidos como “profesores taxi”, completan un sueldo trabajando en varias escuelas trasladándose varias veces al día. Los docentes están visiblemente frustrados por la falta de recursos para la enseñanza, por su bajo salario y lugar social y por la indiferencia pública que perciben hacia la crisis educativa.
Los sociólogos aplican comúnmented los téminos “marginados” y “en riesgo” para describir a los grupos de chicos que asisten a esas escuelas pobres. Estos términos, sin embargo, no alcanzan a describir el grado de miseria y desesperanza de la mayor parte de esas vidas infantiles. La mitad de los chicos de esas escuelas pobres llegan con hambre todos los días.
Los docentes estiman que, en las familias más pobres, sólo uno de cada 10 chicos irán más allá de 6to. o 7mo. Grado y que la mayoría nunca superará las circunstancias de enorme privación en las que han crecido. En las peores escuelas, las tasas de deserción alcanzan el 35% en los primeros 3 años de escuela secundaria (7mo. A 9no. grados). Muy pocos logran superar la transición de la escuela primaria a la secundaria y sus familias social y económicamente en los bordes de la sociedad. Pocos de los que asisten a la escuela tienen cuadernos, lápices, hojas o materiales de dibujo.
Muchos estudiantes de estas escuelas pobres logran muy poco en materia de conocimientos. Pocos pueden nombrar las partes de su propio cuerpo y muchos no tienen mucha experiencia en lectura, escritura o cálculo.
Para los chicos que pasan la mayor parte de su vida en la calle, las estructuras y rutinas de la vida escolar resultan extrañas. Para muchos chicos, la división de la jornada escolar en períodos de tiempo en los que se da clase no es algo familiar, y para algunos, la adaptación a esa estructura es difícil, si no imposible. En comparación con la libertad de la calle, la escuela resulta restrictiva y aprisionante. La cultura de los chicos pobres y la de las escuelas organizadas tradicionalmente son como mundos separados.

No hay comentarios: